Casa Paladar

La cocina ha evolucionado a lo largo de los años para convertirse en un espacio social y dinámico, un lugar donde todos se sientan cómodos, tanto los que cocinan como los que disfrutan de la comida. A lo largo del tiempo, hemos valorado su funcionalidad, pero ahora también apreciamos su diseño, ya que deseamos aprovechar al máximo este centro neurálgico al que acudimos para alimentarnos, para compartir y para acompañar a quien esté cocinando.

Casa Paladar es un espacio culinario donde destacadas figuras de la escena gastronómica global como Daniela Soto-Innes, Elena Reygadas, Virgilio Martínez y Julien Royer, entre otros, comparten su talento y creatividad; se encuentra en el corazón de la Ciudad de México, en la planta baja de un edificio construido en la década de 1960 en la colonia Condesa.

El proyecto por apda Ana Paula de Alba en colaboración con IUA Ignacio Urquiza Arquitectos se basa en la rehabilitación de un espacio que, después de múltiples intervenciones, perdió su carácter y funcionalidad. Regresarlo a su estado original era prácticamente imposible y requería de un esfuerzo mayor al necesario.

Pensamos entonces en un espacio ligero y flexible que pudiera cambiar de escala fácilmente y que desvinculara al usuario de la edificación existente y del contexto exterior, para poder conectar con el objetivo principal del proyecto: la convivencia y la experiencia culinaria.

El enfoque de la remodelación se centró en llevar a cabo una intervención con un gesto único que abrazara completamente el espacio. El resultado es tan flexible que permite la realización de eventos de diferentes escalas y temáticas, ya sea una cena íntima para 15 comensales, un evento para 45 personas, un coctel, una fiesta o una conferencia de prensa. Independientemente del formato del evento, el espacio se adapta para crear un ambiente abierto o cerrado, según las condiciones climáticas y las necesidades del cliente.

Para lograr esta versatilidad y ligereza necesarias, se utilizaron cortinas como el elemento envolvente y central del proyecto. Gracias a este componente, las posibilidades de transformación de distintos espacios dentro del lugar se multiplican.

En cuanto a los materiales, se optó por una aproximación sencilla y sobria. Se seleccionó una tela ligera y sutilmente transparente como material principal, la cual se complementa con la vegetación abundante del patio interior y con los pisos y bancos de mármol verde Tikal. Se introdujo un contraste frío y limpio en la cocina, donde tanto el mobiliario como los equipos y las paredes están revestidos con acero inoxidable.

El mobiliario fue diseñado y fabricado en roble natural a medida, específicamente para este proyecto. El uso de este material no solo confiere una belleza atemporal al espacio, sino que aporta una sensación de calidez y durabilidad que se integra armoniosamente al proyecto.
Sobre la fachada, reconfiguramos el acceso y cambiamos la puerta por un portón de acero inoxidable. Este simple gesto permitió redondear el discurso de principio a fin: la sensación de que entras y sales de una cocina.

Casa Paladar representa la visión arquitectónica y de diseño de interiores que transforma la cocina en un espacio versátil, acogedor y elegante, donde la funcionalidad y la estética se unen para ofrecer una experiencia gastronómica única.

Passive House

Seignosse está situada en el suroeste de Francia, en la Côte d’Argent, una región conocida por sus paisajes, su clima suave y la riqueza de su territorio. El proyecto debe considerarse tanto a pequeña escala como en términos más amplio de su historia y su geografía.

La región de los Landes ha sido durante mucho tiempo una zona poco poblada porque era hostil al ser humano. Hasta el siglo XVIII era un inmenso pantano inaccesible, donde los pastores locales se desplazaban sobre zancos tanto para mantener los pies fuera del agua como para vigilar su rebaño desde lejos. Se llama el país llano por la casi ausencia de rasgos topográficos, característica que se explica por su geología.

El terreno está formado por una meseta calcárea poco profunda cubierta de sedimentos. La capa de roca es impermeable, por lo que el agua de lluvia fluye muy lentamente hacia el océano, formando así estos humedales. Para superar esto, durante el Siglo de las Luces el Estado francés decidió gestionar el territorio plantando árboles adecuados, inicialmente alcornoques para su uso en la industria del corcho. Este árbol, muy presente en la región, nos interesa especialmente para el proyecto.

Posteriormente se emprendió un programa de gestión del territorio a mayor escala mediante la plantación de pinos marítimos y el establecimiento del “cordón dunar” a lo largo de la costa atlántica para proteger el bosque del océano. Es el mayor bosque de pinos de Europa, como puede apreciarse en la perfecta alineación de los árboles en este paisaje continuo creado por el hombre.

Esta situación ha desarrollado algunos ejemplos de arquitectura vernácula: casas de entramado de madera con aleros pronunciados y un zócalo de mampostería que responde al clima de la región. También las cabañas de los gemmeurs, los encargados de recoger la resina de los pinos, cuyas viviendas estaban hechas de grandes tablas de pino cubiertas de resina para protegerlas.

De este análisis sacamos ideas claras que constituyeron la base de nuestra reflexión y del diseño del proyecto.

El primer paso es subirse para protegerse del agua y ver más allá: pensar en un proyecto sobre zancos.

A partir de la colocación de los pinos, conservamos una trama cuadriculada, una coherencia de diseño que permite puntuar el proyecto, tanto en planta como en sección, mediante la repetición de elementos verticales que recuerdan la esbeltez de los troncos de los pinos.

Entendemos las características del clima abrigando las fachadas con cubiertas en voladizo, porque es necesario protegerse tanto de la lluvia como del sol que va y viene con el viento. Construir edificaciones sencillas, en armonía con el paisaje.

Entendemos todo el emplazamiento como parte de un todo, una visión holística de la arquitectura que es totalmente el resultado de su situación.

Empezando por el paisaje

Pensamos en este proyecto como un jardín habitado, una fusión entre naturaleza y arquitectura, que rompe los límites entre interior y exterior. Una parcela que se puede utilizar en su totalidad, viviendo según la luz y las estaciones. Construir una casa inteligente que sea fácil de activar y requiera poco mantenimiento. Un lugar que desafía las ideas preconcebidas. Analizamos la parcela bajo cuatro secuencias, cada una de las cuales corresponde a un propósito: usar, vivir, disfrutar, mirar.

El programa es muy claro, y define una serie de volúmenes que tienen relaciones especiales entre sí. El tratamiento del paisaje debe unificar el conjunto.

La construcción comienza entonces a tomar forma: la casa de invitados independiente, el garaje con su cochera, la casa principal y sus terrazas cubiertas, la piscina con su cocina de verano y, finalmente, el estudio en la parte trasera del jardín. Se distribuyen cuidadosamente por el terreno en función de sus usos y su orientación. Todo está conectado por terrazas elevadas, cubiertas o al aire libre.

El Plan Local de Ordenación Urbana impone una superficie construida del 30%, un remetimiento respecto a la calle y los vecinos, alturas máximas y la elevación del nivel del suelo en 30 cm respecto al terreno natural. Hemos integrado estas limitaciones en el proyecto como activos para hacerlo más discreto y limitar las molestias de la calle y de los edificios vecinos.

El seto rectilíneo a lo largo de la fachada se mantiene como una reliquia cultural: detrás de él crece un exuberante jardín, formado por especies locales como el pino marítimo y el pino paraguas, la encina y el alcornoque, la retama y la aliaga, especies que requieren poco mantenimiento y consumen poca agua. Se trata de crear un universo específico que evoluciona a lo largo del año, con grandes helechos que le dan un aspecto tropical respetando las especies endémicas. Un paisaje nutrido con varias zonas dedicadas al huerto.

Se conservan todos los árboles existentes y se plantan otros nuevos entre las construcciones, como árboles de hoja caduca cerca de las fachadas para protegerlos en verano y dejar pasar la luz en invierno. Gran parte del proyecto se basa en cimientos de tornillos reversibles. Esto permite un impacto mínimo en el suelo y no daña las raíces, creando un refugio debajo para la fauna local. Con la idea de un diseño biofílico, el proyecto se compromete a tener un bajo impacto en el lugar.

El proyecto

Al diseñar el proyecto, nos centramos en los recursos ya presentes en el lugar, así como en la posibilidad de utilizar materiales procedentes de la demolición de la casa existente.

Destacan varios elementos, como la cubierta de tejas que, una vez derribada, puede servir de revestimiento para el acceso, un tono rojo que contrasta con la vegetación y permite la circulación de vehículos como si se tratara de una partida de petanca.

Parte de la mampostería puede reutilizarse tras su trituración como escombros de hormigón necesarios para la casa principal. El acristalamiento puede enviarse a un centro de reciclaje para reutilizarlo como material aislante como el que se utiliza actualmente bajo el forjado de la casa. El resto de los materiales se donaría a las asociaciones de reciclaje con las que trabajamos habitualmente.

El sistema de construcción y los materiales utilizados son la base para entender el proyecto. Todas las fachadas del edificio están revestidas de corcho, un material local resistente a la putrefacción. La línea de cubierta de todos los volúmenes forma una sola pendiente. Los tejados de chapa ondulada evocan la imagen de las cabañas de surf y reflejan el paisaje circundante. El agua de lluvia se recoge en cisternas para regar el jardín y puede reutilizarse para los aseos y la lavadora.

La casa familiar se compone de tres paredes de hormigón reciclado con bajas emisiones de carbono, y está aislada del exterior con una gruesa capa de fibra de madera. Su fachada sur está completamente acristalada, protegida por grandes aleros que se apoyan en postes de madera pregrabados para garantizar su estabilidad en el tiempo. Los anexos son todos de entramado de madera, elevados por encima del suelo con los pilares atornillados. Gracias a la repetición de los elementos, gran parte puede ser prefabricada, incluida la casa de invitados, que puede estar lista para su uso antes que el resto.

Para cumplir los criterios de las casas pasivas, hemos organizado todas las construcciones en planos rectangulares y compactos. La certificación se basa únicamente en la casa principal, que cumple todas las exigencias y el cálculo del PHPP: menos de 15 kWh/m2/año, extremadamente bien aislada, hermética, con un muy buen sistema de ventilación de doble flujo y una ganancia solar generosa pero controlada.

Hemos mejorado el confort en verano gracias a las secciones transversales que favorecen la ventilación natural, la inercia térmica de los muros y suelos de hormigón, que conservan el frescor, y la implantación de sistemas de oscurecimiento exterior en todas las ventanas expuestas.

Pretendemos que este proyecto sea sobrio y discreto, que sea una arquitectura inteligente y minimalista, a la vez sencilla y contemporánea, donde la belleza reside tanto en los volúmenes como en los detalles.

 

IUA Ignacio Urquiza Arquitectos en colaboración con A6A y APDA Ana Paula de Alba

Seignosse, Francia, 2021

306 m2